Escrito por Eduardo M Romano el 22 marzo, 2021
No cabía duda
que esa trama se había tomado su tiempo
para írsele instalando.
El tiempo necesario
para indagar cada una de sus escenas ,mandatos, laberintos
y rincones propios.
Haciéndole lugar a esa clase de personajes relevantes
que acostumbran situarse por delante
para tomar, oportuna, la palabra.
Pero sobre todo a aquéllos otros
que , incansables ,no cesan de hacer lo suyo.
Casi ni se les escucha la voz
pero conocen de memoria
tanto los semblantes
como el tenaz oficio del silencio.
Entonces el insomnio,
uno que otro desvanecimiento
y el cuerpo doliente
con unas extrañas geografías
que responden a leyes propias
Fantasmas inconscientes
que desorientan con sus mil rostros
a la desprevenida conciencia,
sin tener que dar cuenta
acerca de cómo, por qué ,cuándo ni dónde.
Obligando a sobrellevar,
como se pueda
el enigma de no ser sólo uno,
(a pesar de las apariencias),
sino al menos dos,
contando al fantasma.
Deja una respuesta