Escrito por Eduardo M Romano el 8 diciembre, 2016
De esa vivencia , que en su momento,
no había dejado lugar alguno para la duda,
por lo mucho que supo conmoverlo,
había quedado poco y nada.
Sólo uno que otro indicio o algún cabo suelto,
de eso que supo golpearlo ,
dejando la puerta entreabierta ,
para que se le instalaran
el dolor y el sufrimiento.
Que aprendieron a pasearse juntos,
aparentado no tener razón ni motivo.
Enseguida , la angustia,
que no se tardó en llegar.
Mientras la conciencia no cesaba de errar el contenido
y desconocer el argumento.
Es que algo había conseguido
aislar a la Palabra.
«…La represión trabaja , entonces,de manera
en alto grado individual..
..Hasta dónde tiene que llegar la desfiguración,
el distanciamiento de lo reprimido ?…
..»Ahí opera un fino sopesamiento cuyo juego se nos oculta…
…un poco más o un poco menos de desfiguración,
cambian radicalmente el resultado…»
(S.Freud. «La Represión» . O.C. )
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