Escrito por Eduardo M Romano el 18 julio, 2014
Se dan en nosotros, de manera continua.
Dibujan y trastocan nuestras topologías íntimas.
Casi sin llamar la atención. Apenas visibles por algún
pequeño indicio o cabo suelto, que puedan haber
quedado perdidos en el camino.
Entreveros, contradicciones, líneas de fuga y puntuales encuentros.
Movimientos mínimos que no llaman la atención,
porque están
desprovistos de conciencia…Pero créanme
que son bien capaces de convulsionarnos
y correrles más de un eje
al sueño y a la vigilia.
Deslices insignificantes.Corrimientos mínimos.
Deben durar bastante poco.
Y no precisan disponer de mucho espacio.
Se las arreglan con muy poco.
Lo suficiente como para recorrer
algunos de nuestros brillos y claroscuros.
Dramáticas mínimas,
que van de un lado al otro,
en busca de ser palabra.
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