Escrito por Eduardo M Romano el 31 mayo, 2014
En la vida cotidiana, tenemos por costumbre,
hablar ,comunicar o dar a entender nuestros asuntos,
como si fueran unas simples descripciones
hechas desde posiciones del todo objetivas y transparentes.
No es que nos propongamos mentirles a nadie.
Al menos,en este caso no me refiero a nada del parecido
al orden del engaño, la manipulación ni las astucias.
Es que más allá de nuestros motivos explícitos
y de las intenciones reconocibles,
en los asuntos de la subjetividad,
eso que parece tan frontal y concreto,
reconoce bodes de fantaseo, pliegues de ficción,
y rincones ilusorios.
Y no vayan a pensar que se trata de cosas accesorias
que se uno las hace sólo de gusto o para ganar uno poco
de tiempo.
No se trata de nada banal ni superfluo.
Porque no existen hechos intrínsecos que van de suyo
y se explican solos a ellos mismos.
No conozco nada parecido a unas realidades duras
que puedan andar por la vida
prescindiendo de nuestros modos de imaginar,
sentir y equivocarnos.
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