Escrito por Eduardo M Romano el 1 junio, 2014
Era tan lindo escucharla,
cada vez que decía sus cosas,
así,como les iban saliendo.
Libres,sin cálculos previos,
ni giros premeditados.
Pero el problemaera el inadecuado
y muy poco merecido lugar que ella no dejaba de otorgarle
a quienes tenía al lado o cerca suyo.
Porque con el paso del tiempo, habían encontrado
y aprendido de memoria,
las diferentes formas de hacerle saber..insinuarle,
o darle a entender…cada vez que captaban que ella
les había dado pie , proporcionado la mínima oportunidad…
..o dejado apenas entreabierta la puerta para que ellos,
que la querían tanto, y estaban tan cerca de ella…
por su bien, no dejaran de objetarle esta invención o esa otra ocurrencia…o bien aquella forma tan propia de
pensarlo, decirlo,
o incluso,
el sólo hecho de proponerse imaginarlo
para llevarlo algún día
a la práctica,
a ese asunto o a aquél otro…
…en el que había puesto tanta ilusión, empuje y entusiasmo.
Pero bueno,según ellos,
(que la querían tanto),
sin excepción y en todos los casos,
encontraban que le faltaba algo…
ya sea porque tenía ese fragmento
medio confuso , o esa parte que al escucharla de nuevo,
sonaba contradictoria,
y no terminaba de cerrarles por completo ni del todo.
En una palabra,
tenían esa forma de quererla
que no paraban de encontrarle algún defecto,
a cualquier cosa
que ella pensara, imaginara,
insinuara con hacerla…
..El asunto no era tanto el cinismo cuidadoso,
ni la objetición permanente..tampoco que esta gente
siempre se las ingeniara para encontrarle algún defecto
para subrayáserlo y contrariarla….no se trataba de eso..
…el verdadero problema consistía en la atención, la escucha
y la creencia que ella jamás cuestionaba
ni dejaba de prestarles..
Así fue como de a poco,
se empezpo a instalarse,
la obligación,molesta e implícita,
porque nunca fue puesta en palabras
ni dicha en forma abierta…
..de necesitar su aprobación
y actuar casi como
teniendo que pedirles permiso.
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