Escrito por Eduardo M Romano el 22 junio, 2025
Pasaba la mayor parte del día, concentrado en cumplir con sus
premisas de orden, precaución y parsimonia.
Cada momento estaba previsto de antemano,cuidando los detalles
y sin perder de vista cada indicio.
Decía que nunca se puede estar seguro
con respecto a cuándo y por dónde pueda colarse lo imprevisto
y la ingrata anomalía que según él,suele acompañar a lo incierto.
En verdad, sólo se sentía seguro
en esos pocos lugares en los que había instalado sus parsimonias y sus rutinas.
Se movía como una transparencia
desprovista de pasión y carente de nombre propio.
Dejando de lado esa clase de resonancias
que son capaces de sacudir nuestros asuntos íntimos.
Entonces la vida transcurría en modo neutro,
como una sucesión de aconteceres
en donde todo terminaba significando lo mismo.
Hablaba sin dejar entrever nada parecido a un sentir propio.
Sólo se aferraba a los hechos y datos concretos.
Me refiero a esa clase de datos tan precisos
como incapaces de reflejar nada entrañable ni propio.
Datos macizos que se amontonan unos sobre otros
sin evocar otra cosa que a sí mismos.
para finalmente dar la aparente calma
y la tramposa sensación
de que está todo controlado y tranquilo.
Deja una respuesta