Escrito por Eduardo M Romano el 16 enero, 2014
Empezó anticipándonos que era uno de esos días
en los que sentía que las cosas le iban a venir todas
mal barajadas…como que intuía que los asuntos
más problemáticos se le iban a presentar todos juntos.
Estaba bien claro que intentaba subrayarnos que ese no
iba a ser precisamente
lo que se dice para él un buen día.
Lo cierto es que para nosotros que lo conocíamos
no era novedad ,
que estaba atravesando un mal momento.
Un poco por lo que le venía tocando en suerte y le llegaba
desde afuera.
Pero también , y en buena parte,
por cómo estaban posicionadas las cosas y los asuntos
en su mundo interno : disperso, tironeado,distraído..
Tironeado por esa culpa por aquello que debía haber hecho
y no hizo…confundido por ese murmullo que le venía de alguna
parte…uno apenas reconocible, pero de lo más eficiente
en ir convenciéndolo a uno acerca de una serie de cosas.
Por ejemplo, trayéndole a la memoria,
por si uno se había olvidado,
que en esa ocasión pasada hace mucho,no había sabido estar
a la altura de las circunstancias…y que por si fuera poco
tampoco había alcanzado esa meta imposible
que vaya a saber uno por qué se la había impuesto
con urgencia y de ese modo.
No vayan a pensar que ahí se termina la cosa.
Porque en estos caso, siempre hay lugar de sobra
para esas infaltables
comparaciones con los seguros logros
de los otros…
Me refiero a que está claro que estamos
expuestos al hecho de que en cualquier momento,
las cosas nos vengan medio torcidas..
…empujándonos para un lado o tironéandonos
para aquél otro…Entonces, quién puede dudar del hecho
de que estamos bien a la intemperie,
ante las apariciones
del azar, o si prefieren, de la buena o mala fortuna…
..Pero no puede negarse que muchas veces,
(no digo que todas ni siempre)…
…actúan en nosotros determinadas complicidades íntimas
y precisos mandatos secretos…
…que dominan el arte para que,
se nos presenten con una reiteración
que asombra,
sólo esta clase de fichas…
y ninguna de las otras.
Deja una respuesta