Escrito por Eduardo M Romano el 15 septiembre, 2024
Se trataba de vivir comprometido
en un juego de distancias,
de modo que los asuntos de la vida
debían transcurrir
no muy lejos ni demasiado cerca.
El sentimiento de algo invisible,
me decía que había acudido en su ayuda
hacía ya tiempo.
Una transparencia móvil.
Un velo secreto
e invisible para todos los demás,
parecía protegerlo
de las inesperadas sorpresas
con que acostumbran sacudirnos
las cosas comunes
del discurrir cotidiano.
Fantasía por demás extraña,ésta la del velo
que despertaba la curiosidad y la sospecha.
No sólo se trataba de lo temido ,
de lo que era preciso tomar distancia
sino también ,(extraña paradoja),
del deseado encuentro con ella.
Poco importaba que ya hubiera trajinado
los interminables preámbulos y los siempre necesarios recaudos.
Cien veces se había dicho a sí mismo
las frases justas que iban a acompañar el abrazo apasionado,
y otras veces cien
había escogido las otras palabras ,que diría entre sollozos,
cuando llegara el momento
de la inevitable y triste despedida.
La imaginada . Llena de goce y tormento.
La imposible.
La que se repetiría , como el eco perdido,
de algo que jamás tuvo lugar, ocasión
ni encuentro.
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