Escrito por Eduardo M Romano el 29 junio, 2014
De a poco,con el paso del tiempo,
fue haciéndose cada vez más amigo
de todo cuanto tuviera rostro, sonido
y aire de predecible. Le fue abriendo ,cada
vez más de para en par,
las muchas puertas de entrada que
saben encontrar las rutinas.
Que al poco tiempo,
ya habían tomado mucha confianza
y se iban concatenando unas con otras,
casi solitas y sin ayuda.
Las cosas llegaron a un punto,
en el que quien estaba a su lado,
ya podía anticipar qué cosa ibas a decir o a hacer…
..enfilando hacia qué lado e incluso durante cuánto tiempo.
Y si acaso, en medio de una charla,
se tocaba éste o aquél otro contenido…se tenía la impresión
que daba lo mismo…
..porque a uno le alcanzaba conocer el título para poder
anticipar,
como si le estuviera leyendo la mente…
…para qué lado iban a salir disparando sus argumentos…
..en cuáles asuntos iba a poner los acentos…en qué lugares
precisos iba a intercalar los intervalos y las pausas,
cosa de poder tomar un poco de aire….y terminar desembocando
en esas conclusiones “novedosas “…
…que uno ya podía recitarlas ,
aún antes que las dijera,
como de memoria.
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