Escrito por Eduardo M Romano el 30 mayo, 2020
Después de la despedida
Una despedida,tiene siempre un después
que se prolonga.
Entre paréntesis, olvidos oportunos y memorias no del todo confiables.
A este tiempo segundo
que le sigue
a la despedida concreta,
resulta imposible
controlarlo por completo,
porque impregna el Presente.
Ese que se suponía que iba a llegar
listo para ser estrenado.
Tal y como debería corresponder
a «lo pasado, pisado»,
al»déjalo ir para que fluya»,
y al consabido «borrón y cuenta nueva».
Sin embargo, a poco de andar,
nos damos cuenta
que las cosas no nos resultaran
tan simples ni tan sencillas.
Ciertos recuerdos aparecen
cuando nadie los espera.
Nos resuenan fragmentos de cosas dichas.
Retornan escenas que creíamos
haber dejado en el olvido.
Cierta clase de ausencia
nos termina envolviendo,
Es una ausencia segunda.
Con ella,algunas horas se estiran.
Muchos lugares comienzan a desprender sospechosas memorias.
Surgen reproches por esto que se escuchó
o por aquello otro
que no pudo ser dicho.
Dudas, anhelos,verdades y nostalgias.
Sin dejar de lado
los titubeos,
las dobleces, las complicidades
y las mutuas promesas.
Esas que prometían tan lindo
y terminaron pegando la vuelta
para volver al principio.
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