Escrito por Eduardo M Romano el 27 diciembre, 2013
Si él hubiera sabido
de qué clase
y de cuál índole,
era aquel Dialecto
que tenía que saber
para poder invocarla y que ella se diera cuenta…
…créanme que se lo hubiera aprendido
de memoria, letra por letra…
respetando sus lagunas y poniendo
todo el énfasis que fuera necesario
y viniera al caso,
en cada una de sus pausas y
en aquello que fuera preciso decirlo en voz
alta.
También (estoy seguro ),
él iba a poner su mejor empeño
en los semblantes,
y en el hecno de respetarles su lugar
a cada sustantivo
verbo y adjetivo
que tuvieran que ver en el asunto
y que vinieran a cuento…
…en ése que para él,
no era sino
un desconocido Dialecto…
Y si por una de esas casualidades,
alguien que no conocía,
fuera capaz de darle alguna clase
de indicio,
o marca que ella hubiera dejado al
pasar y al descuido….él iba a salir corriendo tras ella.
No le importaba en absoluto que fuera
una huella insegura,
ni que estuviera en algún lugar remoto…
Porque si acaso existía y tenía algo que ver con ella,
él la iba a adoptar como su búsqueda más íntima
y propia…
La transformaría al instante
en su refugio más entrañable
y en su habla nativa.
No iban a poder asustarlo
el trabajo ni el tiempo que pudiera llevarle.
Créanme que estaba dispuesto
a correr de lugar
cada una de sus costumbres
y a desmontar una por una a las letras….
remontando río arriba….
hasta llegar a esa comarca
que todos conocimos en nuestra época temprana…
…una en la que los sentidos primeros,
parecían prescindir de la estricta Razón y la precisa Palabra.
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