Escrito por Eduardo M Romano el 9 enero, 2014
Seguro que iban a volver a encontrarse,
en algún otro momento,
en el que tal vez sintieran, que no sólo tendrían más
cosas que decirse,sino algo más genuino
e intenso, del orden de los sentimientos.
Que fueran capaces de hacer que se involucraran
de otra forma y pudieran decirse
más claro sus asuntos.
Sin tanta vuelta ,de frente y desprovistos
de tanto preámbulo. Con esa clase de espontaneidad,
que no se la ensaya y la palabra precisa que no se la piensa
detallada primero….porque va saliendo de los labios solita y
sin ayuda.
Es esa clase de palabra que tiene origen en lo más hondo
de cada uno
y que no precisa de recaudos para que se las entienda
de este modo y no de aquél otro…Tampoco le hace falta
que uno ande aclarando todo el tiempo adónde es que quiere llegar
con esto que dice ni qué caminos debe el otro tomar
para irse orientando.
Bueno, todo esto que les digo,no podía pasarles ahora,
sino tal vez más adelante.
Porque ella sentía que encontrar algunas cosas
que tenían que ver con su propia historia
y enfrentar ciertos hechos,
que podráin tener comienzo
en el orden del amor y terminar sin aviso en la desdicha.
En cuanto a él respecta, no se trataba tanto de vivir,eso que aún no
había podido llegarle…
sino de algo distinto.
Como aprender a darle lugar a la sensibilidad
y ese espacio de adentro
para que las cosas entrañables puedan cobrar sentido …
como ésas que en este momento,
bastante tenían que ver con su marcada dificultad
para sensibilizarse
y entender en lo íntimo
y no de la boca para afuera,
mucho de lo que le estaba pasando ahora con ella.
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