Escrito por Eduardo M Romano el 7 enero, 2014
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Las más de las veces, puede que sea un detalle.
Me refiero a algo minúsculo, banal y hasta
carente de importancia,
en la perspectiva general de la trama.
Que es a la que esta clase de detalle o fragmento,
acostumbra venir pegado o encubierto.
No tiene por qué ser una novedad que sorprenda.
Porque bien puedo haber estado todo el tiempo , o haber sido
muchas las oportunidades en las que fue visto,
por esta o aquella otra Mirada,
que lo pasó de largo.
Como quiera que sea, el asunto es que nunca reparamos
lo suficiente en ese detalle,dada su aparente insignificancia.
Tal vez porque nunca logró alcanzar esa fuerza
necesaria para capturar nuestra atención lo suficiente.
Sucede a menudo, que en una subjetividad,
algo dado por intrascendente,
y en el fondo,
tratado con esa clase de desdén
que uno le tiene reservado a lo anodino , a lo gris y a lo neutro…resulta que de pronto,
comienza a cobrar un relieve
cada vez más definido dentro nuestro,
y a adquirir esa clase de presencia ,
firme y consistente que antes nunca tuvo.
Entonces empiezan a aparecerle perímetros y superficies
que le dan forma y contenido.
Créanme que a partir de ese momento,
la cosa cambia.
Porque se pone a insinuarnos y a sugerirnos cierta clase de cosas.
Que pueden abrirle el juego tanto a la duda, a la sospecha como a la certeza….
que antes
no tenían tiempo, cabida ni sentido
dentro nuestro.
Que tampoco son iguales para todos
ni a cualquiera le suenan idéntico ni lo mismo.
Cada quien las interpreta a su modo,
y hace con ellas esto que le salga
o eso otro que pueda.
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