Escrito por Eduardo M Romano el 12 julio, 2014
Decía que era su forma de ser y que no podía evitarlo.
Que las cosas le iban saliendo de ese modo,
sin pensarlo demasiado,
como abalanzándose sobre las cosas.
Aún cuando tuviera la intuición de que tal vez
no fuera el momento más adecuado.
Entonces seponía a actuar a destiempo.
Ya sea por apurado o por demasiado lento.
Y más de una vez, se vio a sí mismo,
yendo en el sentido exactamente contrario
al que se había propuesto.
Por esa su costumbre,
de andar por la vida sin permitirse la pausa.
Como si por dentro,
algo le estuviera impidiendo entender y darse cuenta,
que también existen los giros, los dobleces,
los lugares de transición y los tiempos que son intermedios.
Algo parecido esto que les estoy diciendo,
también le pasaba bastante seguido
a nivel del pensamiento.
Porque, ya fuera por esta razón o aquel otro motivo,
en la mayor parte de las ocasiones,
algo que a él le venía de adentro,
alguna clase de motivo o desencandenante,
hacía que se precipitara por llegar a
la conclusión en la forma más rápida y supuestamente contundente,
(que en su caso era casi siempre la errónea).
Sin darse la oportunidad ni el tiempo ,
para mirar un poquito mejor el panorama que tenía adelante
y conectarse de un modo más genuino
con aquello que le estaba pasando por adentro.
Digo, en lugar de zambullirse tan pronto
a esa conclusión a la que había llegado primero…tal vez
dándose un poco más de tiempo. Usando a veces más el freno
y la pausa, en lugar de todo el tiempo ,
derechito para adelante….quizás doblando por esa curva, tomando
aquel desvío …o dándose permiso para explorar sin tanto apuro,
ese otro camino, que no estaba en los planes,
pero que tal vez podía llevarlo por un mejor rumbo,
y ahorrarle más de un sinsabor y uno que otro porrazo.
Quizás entonces, tal vez,
pudiera aparecer ese espacio entremedio,
que le dejara captar, sentir, pensar o imaginar…ese costado,
este detalle o aquel otro acento…
…que bien podrían estar aguardando en alguna otra parte.
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