Escrito por Eduardo M Romano el 6 mayo, 2018
Eran momentos, en los que el goce
enlazado a la sorpresa y a la magia,
eran capaces de absorberlo,
pegándole de lleno
para empujarlo a un vaivén irresistible.
Entonces no cabía más que dejarse llevar,
sin que importara dónde.
Dejando atrás el umbral.
Para no verse ya obligado a reconocer, el límite de ningún espacio
y estar en condiciones de producir esa magia,
de hacerlo tropezar al tiempo.
Sentía, no cesaba de decirme,
que ése , y no otro,
era su modo de obrar.
Tempestuoso. Avasallante. Fugaz.
» Uno las admira, se siente subyugado por ellas, pero no sabe decir qué representan.».
«..Sé que no puede tratarse de una captación meramente intelectual; es preciso que en nosotros se reproduzca la situación afectiva, la constelación psíquica que prestó al artista la fuerza pulsional para su creación.»(S .Freud. El Moisés de Miguel Angel » O.C.).
Deja una respuesta