Escrito por Eduardo M Romano el 18 marzo, 2014
A nuestras Escenas de adentro, no dejamos ni por
un instante de irlas haciendo…ya sea con conocimiento
de causa y conciencia plena..o del todo insabidas y
en la más incompleta de las ignorancias..
Con ellas vamos haciendo un laborioso rejunte,
mitad en juego y la otra en serio,de muchas de las
cosas de toda índole que nos involucran
y que nos atañen , en lo íntimo y profundo.
Me refiero a Escenas breves y sencillas…nada
del otro mundo. Incluso bastante desprolijas,
porque no dejan de superponerse unas a otras
todo el tiempo.
Tan capaces de encerrar motivos claros y que
están muy cerca,
como otros que de luminoso no tienen nada,
y que se han ido tan lejos
que uno ya ni se acuerda de su aspecto ni de su cara.
Estas Escenas nuestras y de adentro,
están llenas de imágenes que no dejan de dar
vueltas y más vueltas….porque son como versiones
que hemos ido forjando de nosotros mismos, de los otros y
del mundo..Si uno les presta atención, va a ver que dicen
mucho acerca de los modos tan particulares
que tenemos de decir y de callar las cosas…
…de dar a entender , insinuar o dejar de lo más clarito,este
asunto o aquel otro..
Créanme que tambien hablan mucho, si uno sabe escucharlas,
de nuestro diferentes modos de captar,
dejar pasar, aceptar, dar por hecho,afirmar lo que nadie puede ver
y hacer de cuenta que no está lo que existe.
Desde nuestras épocas más tempranas, y a su modo
no dejan nunca de dibujarnos por dentro,
los relieves más entrañables y las irrepetibles geografías…
…ésas que jamás claudican en su intento,
de diseñar cada ahora….revisar algún ayer,
que tal vez fue o quiso decir algo distinto…y anticipar,
aunque sea un poco,
eso otro ,
que tal vez, pueda llegar a ser más adelante.
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