Escrito por Eduardo M Romano el 10 marzo, 2014
Era demasiado duro e implacable consigo mismo.
Por arduo y meticuloso que fuera en casitodo lo que
pensara, imaginara o hiciera…lo más común era
que se pasara de rosca y uno lo viera casi siempre
dando vueltas y más vueltas alrededor de lo mismo…
..o gastando energía en este detalle insignificante…o en aquella cosa que según él , había quedado bien para los demás pero no
lo suficiente para sí mismo…De modo que sentía que era
preciso y hasta obligatorio dar media vuelta y volver
a retocarla una vez más de nuevo…
..no hace falta que les diga que su afán por lo perfecto,
y su fervor por estar encima de cada detalle,así como
su inquieta necesidad de anticipar por las dudas
aquello que tal vez podría llegar a suceder más adelante..
..lo dejaba poco menos que exhausto .
Pero aún así se lamentaba por no haber podido
cumplir del todo bien con lo suyo..
..Es que eran demasiadas sus presuposiciones implícitas,
que se sostenían en unas extrañas ideas,
para él ocultas, de incompletud e infeficacia.
Planteadas de este modo las cosas, no era de extrañar
que unos sentimiento de frustración acompañaran
casi todo lo suyo…porque en los hechos ,importaba bien poco
si el proceder o el rendimiento (como le gustaba decirlo)
había sido brillante, regular o nada bueno..porque
las presuposiciones impícitas ,
que se habían puesto al comando de casi toda su vida,
no perdían oportunidad,
así como eran de implacables,
para sancionar,
aún antes de cualquier clase de comienzo..
…que ya estaba mal hecho.
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