Escrito por Eduardo M Romano el 24 octubre, 2016
Aunque no podamos afirmarlo con certeza,
algo nos dice que deben estar en alguna parte,
esa clase de recuerdos e impresiones tan intensos,
que corresponden a esa época temprana,
que nos marco para siempre.
Es obvio que , lo que se dice méritos,
tienen de sobra
como para estar ubicados en las primeras filas
de nuestras memorias.
Y sin embargo, nada de eso sucede.
Si uno hace el esfuerzo,con un poco de suerte
tal vez aparezca
ese fragmento anodino,
este detalle que parece no venir al caso,
o aquella imagen , cargada de un sentimiento tan fuerte como inmerecido.
De dónde provendrá este énfasis de lo accesorio,
junto al olvido de lo otro, lo mas importante ?
…»estos recuerdos infantiles indiferentes, deben su conservación
no al propio contenido, sino a una relación asociativa…con otro contenido
reprimido…» (de modo que )…» creemos que esta justificado
el nombre de recuerdos encubridores ..» (S. Freud «Psicopatología de la vida cotidiana»
O.C. )
Algo en nuestra memoria falta.
Eso que por peso propio,
tendría que estar a nuestro alcance
no aparece.
En su lugar surgen, cargados de de sentimiento
detalles poco menos que accesorios,
que de por si, dicen poco y nada.
…»la falta o la desviación de la función reproductora,
indica mas frecuentemente de lo que se supone,
la intervención de un factor tendencioso, de un propósito
que favorece a uno de los recuerdos mientras se esfuerza
en laborar en contra del otro » (Op. Cit.).
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