Escrito por Eduardo M Romano el 28 mayo, 2014
Tuvo la intención de decir de una vez por todas,
esas verdades que las tenía guardadas y atragantadas,
hacía ya un buen tiempo.
De pronto lo invadió el impulso de decirlas
a todas juntas,
de un solo tirón y sin ninguna clase de preámbulos
o de amagos.
Pero, por una razón o por otra,
no sabría muy bien decirles,
se contuvo…guardó todo por dentro, mordiéndose
fuerte los labios,
en una escena para él tan repetida.
Claro que enseguida, no dejó de cuestionarse
en forma ruda,
si acaso estuvo bien o mal eso que había o no había
dicho o hecho…si su comportamiento mesurado ,había sido
el correcto , o si todo lo contrario,
además de errado, había resultado cobarde.
Lo cierto es que en los hechos,
decir no dijo nada…y no estaba claro si había sido
por temor a la posible reacción ajena o más bien por
esa costumbre que tenia de sobreproteger a los otros,
más allá de su cercanía o merecimientos.
Lo curioso del asunto, fue el sentimiento culposo,
que igual lo terminó envolviendo…por más que no hubiera hecho
ni dicho nada concreto.
De todos modos, una incómoda y molesta inquietud
lo recorrió por dentro.
Se detectó la intención. Y eso resultó suficiente,
para que ese personaje ,
que nada quiere saber
acerca de nuestras
buenas razones ni equilibrados argumentos,
dijera a su modo..
..Culpable ! “…
(como tantas veces lo habrá hecho con cualquiera de nosotros).
..No sólo con tono firme,
sino además,
como si lo estuviera disfrutando.
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