Los temores comenzaban agitándosele por dentro,
especialmente por las noches.
Una especie de siniestra monotonía,
seguida por las señales inequívocas, de ese personaje  tan malévolo
y ominpotente,
como temido.
Entonces volaban por los aires
el semblante sereno y la predisposicíón a tener un sueño tranquilo.
Es más. Intrusiva e inmanejable,arremetía la angustia.
De alli en adelante , sólo cabía una vigilia atenta con la sensación irremediable
de estar expuesto y al acecho.
De ese aparecido que podía tomar las más distintas formas.
Una más tenebrosa que la otra.
Siempre con el claro propósito de confundirlo, manipularlo a su antojo,
y arrastrarlo a una ciega y esclava obediencia.
En el medio de sus deseperos nocturnos,
se disparaba toda una cadena de supersticiones,
medidas precautorias y castigos autoimpuestos,
como para ahuyentar  tanta voraz hechicería.
«…»los casos de posesión diabólica corresponden a nuestras neurosis…a la acción de poderes psíquicos. Los demonios son para nosotros malos deseos rechazados,ramificaciones de impulsos reprimidos…» (S.Freud. » Una neurosis demoníaca en el siglo XVII «. O.C.)