Escrito por Eduardo M Romano el 18 diciembre, 2016
Cuando llegaba el conocido momento expulsivo
de sus catarsis,
absolutamente todo
(ideas,pensamientos,emociones,prejuicios,
memorias sencillas y mandatos),
irrumpían irrefrenables,
confusos y juntos.
Arrastrando consigo
el sentido justo, la proporción y la medida.
Entonces las palabras
quedaban asiladas,
como condenadas
a repetir,
cada vez más fuerte, lo mismo.
En cuanto a la mirada,
no le quedaba otra alternativa
que la de ir ,atropellada,
para adelante.
Embistiendo todo lo que se encontrara a su paso.
Derechito nomás. Obtuso y rectilíneo.
AL cabo de un rato,
pasados el temblor y el remolino,
( ya se sabía como de memoria),
que seguía la calma efímera.
Y una forzada pacificación tranquila.
Por supuesto que breve y de muy corto vuelo.
Porque de lo que se dice
elaboración y toma de conciencia,,
no tenía nada.
Cosa que es como decir
que preparaba el terreno
para una explosiva repetición de lo mismo.
….» Habría debido apreciar el procedimiento de Breuer
como un estado previo del psicoanálisis,
y fijar el comienzo de este sólo en el momento
en que yo desestimé la técnica hipnótica e introduje
la asociación libre…»
…» toda vivencia patógena presupone una vivencia anterior,
que, no siendo patógena en sí misma, presta al suceso
que viene después, su propiedad patógenica…»
(S. Freud. «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico».O.C:)
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