Escrito por Eduardo M Romano el 17 noviembre, 2016
Esos sueños.
Los de las imágenes apretujadas,
y los sentimientos imperiosos y compactos.
Esos sueños construyen remolinos dentro nuestro,
como si quisieran iluminar ciertos instantes.
Esos sueños que dominan el arte
de envolvernos en presentes furiosos
y nos hacen protagonistas
en tramas de aparente sinsentido.
Luego, el despertar. En el que uno vacila,
sin atinar a decir, si sucedió «en verdad»,
o si no fue {nada más que un sueño».
No es preciso aguardar demasiado
para que lo vayan cubriendo,
las inercias del olvido y la desmemoria.
…»Ocurre que el paciente , por más que se empeña,
no puede acordarse de sus sueños…
…Con mucha frecuencia sucede que al comienzo se omite
algún fragmento y luego se lo agrega…
…Ha de entendérselo como un intento de olvidarlo…
….si los fija por escrito enseguida de despertar…es inútil..
…porque la resistencia se desplaza entonces a las asociaciones
y hace que el sueño manifiesto sea inaccesible a la interpretacion»
(S.Freud. «La Interpretación de los Sueños. O.C. )
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