Escrito por Eduardo M Romano el 4 febrero, 2017
La vida de todos los días,
hacía ya un buen rato
que se le había convertido
en lo más parecido a un suplicio.
Algo venido desde adentro,
y que sentía ajeno y extraño,
no hacía más que plantearle exigencias.
Una más insólita y disparatada que la otra.
En primer lugar, estaban las obligaciones
de hacer determinadas cosas,
junto a las otras que ya tenía prohibidas,
y que por supuesto, conectaban
con aquellas que estaban esperando mas adelante.
No habia nada que hacerle.
Por más que las juzgara, absurdas
y carentes de fundamento.
Ademas , por si fuera poco,
nunca se quedaban satisfechas.
Todo lo contrario.
Siempre que les era posible, se las ingeniaban
para exigirle que prestara atención a ese detalle
que había descuidado
y a otros que ya iban a seguir apareciendo.
A fin de cuentas,
decia que su vida se había convertido
en un interminable sufrimiento,
lleno de tabúes,restricciones , amenazas e impedimentos.
«…Surgieron repentinamente un día y desde entonces,
se ve obligado…a observar bajo la coerción
de una irreprimible angustia…Resulta absolutamente superflua
una amenaza exterior de castigo pues …posee una convicción
interior…de que la violación de la prohibición
traería consigo una terrible desgracia….»
(S. Freud. «Totem y tabú. O. C. )
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