Escrito por Eduardo M Romano el 20 diciembre, 2020
El discurso que circulaba en su Cultura
le otorgaba el crédito ,el fundamento
y las complicidades necesarias.
Porque aunque faltaran los argumentos,
las etiquetas y las tablas de doble entrada,
sobraban por todas partes
y había para todos los gustos.
De modo que a cada desprevenido,
pudiera adjudicársele
el rótulo
que se suponía
mejor le encajaba.
No faltaban los cifrados certeros
que indicaban y prescribían
sin dejar el mínimo
espacio para el enigma ,la duda o la pregunta.
Todo estaba diagramado
en forma por demás certera.
Cada entrada tenía
su salida precisa.
Desmintiendo de cada quien,
su historia
de luces, goces y sombras.
Poniendo un énfasis puntilloso
en eso de negar los nombres propios.
Faro engañoso
de una inquieta penumbra.
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