Cosa muy peculiar, la de encontrarse con algo extraño,
hablando en idioma extranjero,
metido en el territorio
que siempre creímos propio .
Y vaya inquietud, sorpresa y espanto
cada vez que sentimos
que alguna intimidad propia y privada, tenida en custodia,
bajo las siete llaves de la discreción, la censura y el recato,
se nos presenta en alguna curvatura de afuera.
Como si fuera algo que ya hubiéramos vivido.
Entonces, como relámpago, se nos impone
que algo entrañable, está afuera,
y que eso que pensamos distante y ajeno,
hace rato que es nuestro
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