Escrito por Eduardo M Romano el 23 julio, 2014
Son momentos que hay que vivirlos intensos,
no porque sea obligatorio,
sino más bien
porque puede que nunca vuelvan a darse
ni siquiera parecidos.
Porque sólo ocurren cuando llega el momento.
Quiero decir,cuando trascurren entremedio
estas casualidades frágiles
y esos alineamientos provisorios
que ocurre con algunas cosas
y no otras.
No son la consecuencia necesaria
de cálculos exactos.
Porque para suceder,
no tuvieron que ser pensados
con anticipación ni de antemano.
La mayor parte de las veces,
se les notan espacios en blanco…bordes que muy bien
no encajan y nexos
que no cierran.
Quiero decir,
esa clase de desajustes
que son absolutamente necesarios
para que nuestra imaginación
pueda tomar vuelo.
Después hace falta vivirlos.
Sin emisarios. Y en nombre propio.
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