Escrito por Eduardo M Romano el 5 enero, 2014
Se habían empeñado en llevar adelante,
y seguir al pie de letra,
un curioso plan,
del cual, aunque pueda parecer extraño,
jamás habían hablado ni tuvieron necesidad
de ponerlo en palabras.
Todo iba por el lado de lo implícito.
Tampoco les había hecho falta.
acudir al lenguaje de las señas
ni echarle mano a los gestos ni a las señas.
Todo era recato , discreción extrema y silencio.
No sabían nada del arte dramático y no se trataba
de una Escena
que tuvieran ensayado hasta el último detalle.
El pacto de la indiferencia mutua
y el desinterés compartido,
les salía de lo más espontáneo
y rozaba lo perfecto.
De tan aferrados que estaban,
con una mano a la Resignación
y con la otra, a la Costumbre.
Entonces el silencio de uno ,
podías sostenerse y encajaba lo más bien
con la boca cerrada del otro,
y la mirada distraída de ambos.
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