Escrito por Eduardo M Romano el 26 enero, 2017
Acaso si a uno lo tomaba desprevenido,
al principio , lo más seguro
era que no entendiera bien de qué se trataba el asunto,
ni lo que estaba pasando.
Quiero decir : resultaba casi imposible
no quedar envuelto
por la fascinación de esos juegos de palabras.
con cara de circunstancia.
Partiendo casi siempre de premisas entre inverosímiles y ridículas.
También era capaz de jugar con las incongruencias
y torcerlas hacia el rumbo más conveniente.
En eso sí que era todo un artista.
Podía pasar , como si nada,
de una línea de pensamiento
a otra que nada tenía que ver con la del principio.
Pero claro, dicha de este modo ,
con esa particular entonación…
y aquella otra cadencia..
..que no cabía hacer otra cosa
que aflojar las amarras
y entregarse al desenfreno de la risa.
Sabía cómo hacer reír a la gente.
Porque dominaba como pocos,
el arte de los desplazamientos, las sustituciones,
las falacias y los juegos de palabras.
…» Es mas fácil y cómodo desviarse de un camino
de pensamiento emprendido que mantenerse en él,
y confundir lo diferente que ponerlo en oposición…
…y muy en particular,lo es entregarse a modos de inferencia
desestimados por la lógica…Las técnicas del contrasentido en el chiste
corresponden a una fuente de placer…ese placer proviene
de un ahorro del gasto psíquico , un aligeramiento
de la compulsión ejercida por la crítica…
(S. Freud. «El chiste y su relación con lo Inconsciente «. O.C.)
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