Escrito por Eduardo M Romano el 2 abril, 2014
A esos pocos momentos
podía recordarlos como si fueran hoy…se refería a los que ,
había podido sentir esa clase de afecto ,cariño
y apoyo, que uno al instante los reconoce y los sabe genuinos…pero añadió que
que no podía dejar
de sentir que,aún escasos, se los habían hecho pagar con creces
y empleando los modos más estrictos.
Además se daba cuenta,
pero sin poder acertar para nada la causa
ni entender del todo,
por qué repetía la historia de siempre…ésa que lo empujaba
a rodearse
la mayor parte del tiempo,
de personas egoístas,
a quienes los demás les importaban poco y nada…
y que andabar en la vida,
como si en el fondo
no entendieran qué cosa podría
querer decir preocuparse,contener o darle
alguna clase de amparo a otro.
A su modo de ver las cosas, todo esto debía tener
mucho que ver con su
presente, inquieto , timorato e inseguro de ahora.
Porque se sentía de más en este lugar
y de sobra en aquel otro….estaba casi convencido
que nada interesante tenía para decir en una charla
cualquiera.Es que en el fondo… margen de seguridad interno,
(ése que nos ayuda a sostenernos),
sentía que no tenía ninguno..
..ni qué hablar de estar cómodo, mostrarse un poco más flexible,
o por lo menos a gusto
con algo que fuera propio…si alguna vez le había pasado,
ya no podía ni siquiera acordarse. Entonces calculaba
que debian haber sido contadas las ocasiones como esas.
…Así y todo, era la primera vez que sentia que
podía ponerlas juntas y claritas , a todas estas cosas que a él dolían tanto…
…Al padecer ya lo tenia visto y al sufrimiento, lo conocía de sobra.
Lo nuevo era decirlos.
Porque las que estaban apareciendo,
eran las palabras.
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