Escrito por Eduardo M Romano el 29 diciembre, 2013
Forma parte de la vida social y de ciertas reglas
de protocolo, que están pero que explícitas no se las
dice.
Así como somos, no sólo hablantes sino forjados en
las complejas tramas que tiene el Deseo.
De modo que en nuesto decir identitario ,territorial,
identificatorio…común y corriente hay lugar no sólo
para el doble sentido, el equívoco, el desliz y el fallido.
Sino para esa otra clase de enunciados,mas simples
pero tambien sintomáticos, aunque sean entiendidos por
todos….porque ya los hemos experimentado,
quien más o quien menos, en carne propia.
Una cosas se la afirma y sale de los labios.
Su modo de enunciarla es por lo habitual tirando a
débil y acompañada por una sonrisa lo más parecida
a una mueca de cortesía.Todos ( claro que hay excepciones)
se dan perfecta cuenta
y al instante, que están ante un dicho de puro compromiso.
Y en lo que no es necesario andar gastando tiempo
y energía para explicarle a ninguno, que no se trata de esto
sino de lo otro.Me refiero a cosas de todos los días,
sencillitas e insignificantes,
que hacen a nuestro deicr y hacer cotidiano con los otros.
De esas que sólo se las puede captar cuando las Subjetividades,
que son las que están en juego,
y no una especie de autómatas parlantes e interactivos,
con las que hoy parece que muchos se complacen en andar
equiparándolas….se dan cuenta que a ese dicho,
es preciso leerlo entre líneas , encarando ciertos giros para un lado
y luego para otro.
Se los digo más clarito : sortear las referencias más inmediatas
para poder saltar los renglones recíprocos y las réplicas simétricas.
Y no caer en esa cosa tan burda y torpe,
que consiste en tratarlas a la Palabras como si fueran
nada más que simples rótulos quietos
de las Cosas.
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