Escrito por Eduardo M Romano el 3 abril, 2021
Eran muy pocas las ocasiones
en las que hablaban entre sí
enunciando completas todas las palabras.
Las frases daban comienzo,
pero las seguían pausas, suspiros y puntos suspensivos,
flotando como obviedades sobreentendidas que compartían.
No era preciso ahondar en ningún asunto
No había lugar para el equívoco , la contradicción ,ni la pregunta.
Sólo un derrotero
que se inflaba con más de lo Mismo.
Imponiendo , como distraídas, pequeñas sustracciones
que multiplicaban vacíos.
Cada amago singular,
terminaba atrapado en la órbita de lo homogéneo.
Lo demás, iba viniendo solo,
en una captura gozosa.
Uno para dos.
Dos para Uno
Enfrente o adelante. Afuera , en el medio o adentro.
Las cosas son así en el No- tiempo.
Espejos sin lugar
para marcas incómodas o rajaduras inciertas.
Sopor inmóvil
de una terca envoltura.
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