Escrito por Eduardo M Romano el 28 diciembre, 2013
Eran demasiadas las cosas, que había
dejado a un lado y ya casi olvidadas
del todo ,
en el tiempo…porque había puesto casi todo
lo suyo en las prontitudes
con las que hoy en día
no cesan de seducirnos
todo cuanto pueden,
los dispositivos de la prontitud
y la inmediatez del instante.
Sencillamente sentía,
y les puedo asegurar que era de lo más
sincero en eso,
que ya no disponía de ganas ni de tiempo.
Se refería tanto al de afuera como al de adentro,
para volverse sentimental
y volver a traer a la memoria esta cosa
y al recuerdo aquella otra.
Tampoco lo seducía ni le hacía mucha gracia,
tener que poner en palabras esto que le parecía,
o eso que tal vez estuviera ante su propia vista,
por más que en alguna parte
supiera ,que se trataba de algo
que lo involucraba en lo más íntimo.
Bueno , eso de lo intimo, para esta persona
de quien les estoy hablando,
ahora era sólo una forma de hablar y decir las cosas.
Porque lo que se dice mundo interno, no paraba de decir,
que sentía que ya no tenía ninguno. Aunque por supuesto,
que yo pensaba que nada estaba más alejado de la verdad,
que decir una cosa tan absurda, tramposa y equivocada como esa.
Porque en él , que yo sepa,
siempre habían sido tan fuertes y más que seguro, demasiado intensas,
la sensibilidad ,la percepción, la emoción… y sobre todo
sus singulares darse cuenta
en su extenso como complejo mundo de adentro….
Es que habían sido tantas las cosas que había
soportado,
no sólo en forma injusta, sino dolorosamente temprana
en el tiempo,
que tal vez ahora, es lo que yo presumía,
la pena ahora se vestía
de desgano….
…El dolor había elegido el mejor de los lugares
que se le pudiera ocurrir a uno,
para esconderse y que nadie lo notara.
Entonces iba por la vida,
desparramando ante los otros,
narrativas tan abundantes como falsas.
Al recuerdo parecía que ya lo tenía muy bien entrenado
para que jamás se le ocurriera tomar el rumbo hacia
nada que tuviera color de propio, forma de singular o aroma de genuino.
En cuanto al llanto, ya lo habían instruído muy
bien desde pequeño,
acerca de la mejor
manera de ocultarlo,
ahogándolo por adentro….
… y prohibiéndole en forma terminante
la vana pretensión o el sólo intento
de llegar a ser ,
alguna vez…
…lágrima… o palabra.
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