Escrito por Eduardo M Romano el 20 febrero, 2014
Son muchas las memorias con las que contamos. Aunque
no nos demos cuenta en detalle del hecho de que existen todas
ellas juntas en nosotros.
Obviamente, está la memoria casi imprescindible,
hecha con palabras…esa nos orienta con la ayuda de los sustantivos,
a saber por dónde es que andan los asuntos que pueden importarnos
y en qué lugares los que no tanto.
Es la misma clase de memoria que puede poner en juego
a los verbos para que podamos acordarnos , de la mejor manera,
y más fino , acerca de nuestras acciones , motivos, propósitos y
buenas o no tan buenas intenciones.
Pero también están las memorias que no necesitan de palabras
Porque nadie les ha enseñado las vocales ni las consonantes,
y a ellas les alcanza y les sobra
con echarle mano, cada vez que pueden y que les resulte necesario,
a algún sentimiento o emoción que anden rondando.
No puedo olvidarme de esas memorias que las tenemos
grabadas como a fuego
en la piel y en el cuerpo…y sin nos asomamos para el otro lado,
seguro que nos damos cuenta, que son capaces de llegarnos
hasta las mismas entrañas….
de tan íntimas e indelebles que se nos han adherido,desde las
épocas más tempranas.
También están las memorias hechas con melodías,balanceos y susurros.
Murmullos y canturreos que de pronto son capaces
de cambiarnos la cara , el ánimo y el semblante, y que
se la pasan todo el tiempo invisibles y en silencio,
como si estuvieran flotando por el aire….
No sé si a ustedes les pasa,pero lo que es a mí,
esta clase de memorias , tienen por costumbre
avisarme que andan cerca cuando algo parecido
a un compás medio suelto ,o bien a un fragmento de alguna
melodía , se me da ,( no sé por qué motivo),
por recordarlo… y es capaz de involucrarme en algo
que empiezo por sentirlo por dentro.
Entonces es casi seguro que cobre vida
ese recuerdo entrañable,
que actúa como una caricia…y me dibuja por un rato,
un semblante muy distinto al que venía trayendo…
…Ésta que les digo, es una memoria desprovista de palabras.
Que maneja con maestría el difícil oficio
de sacudirnos y hacernos temblar de lo lindo por fuera y por dentro.
Porque hace aparecer de nuevo,
como sacadas de una galera,
esa emoción imprescindible que en su momento
nos fue tan necesaria y que la seguimos de algún modo
sintiendo en alguna parte, porque sigue estando….
o esa caricia tan oportuna que en los tiempos de
la incertidumbre y el desconsuelo,
(sin palabras de más
ni preámbulos huecos…nada más que con ráfagas
de sentimiento),
tienen esa mezcla de poder y de encanto,
de refrescarnos cosas propias que son de lo más entrañables…
…unas que sin darnos cuenta,
con el tiempo, las fuimos dejando caer en el olvido….
..y que sin embargo,
son de lo más importantes
para que no nos olvidemos nunca..
..en qué lugar estamos,
..y para qué cosa hemos venido.
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