Escrito por Eduardo M Romano el 15 agosto, 2020
Esa noche sucedió
lo que en otras tantas.
Le resultó imposible conciliar el sueño.
Sin embargo, esa vez el insomnio fue distinto,
porque tuvo algo diferente.
Despertó recuerdos desordenados, escenas partidas
y memorias sueltas,
que sólo en parte habían podido escapar del olvido.
Las tramas estaban rotas, llenas de borrones y de agujeros.
Eran muchos los nexos que faltaban.
Introducciones a las que no seguían ningún desarrollo.
Personajes bien definidos,
que sin embargo no pronunciaban palabra.
Motivos sueltos,
al lado de consecuencias incuestionables
que no se sabía de qué lugar habían partido,
ni por cuáles caminos habían andado.
Pero en esa noche precisa,
se dejó llevar
por un insomnio plácido y sin miedo.
Mitad vigilia, mitad ensueño.
Sinsentidos aparentes
que no reconocían dueño.
Una noche de insomnio,
sin apuro, tranquila y sin miedo.
Una suave deriva
en la que por unas horas,
no importó
dónde estaba el Sujeto
en qué sitio los predicados
ni en qué lugar
.habían ido a parar, con precisión,
cada uno de los Verbos..
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