Escrito por Eduardo M Romano el 17 mayo, 2014
Es puro cuento eso de que nuestros recuerdos
personales y más propios,
están alojados en un archivo,
limpito y ordenado,
además de sumiso y del todo complaciente…
…como si obedeciera en cada uno de sus movimientos,
a una clase de estricto abecedario.
Créanme que nuestros recuerdos afectivos,
no son objetos inmóviles ni asuntos.quietos.
Es más, lo cierto es que no dejan de moverse
de un lado para el otro,
la mayor parte del tiempo.
Aprovechando cada oportunidad que pueda presentárseles,
para engancharse a esta situación
o a aquella otra circunstancia…que hacen que recobren
algo de su empuje y buena parte de su fuerza.
También, tengo que decirles,
que existen personas y contextos que uno
va conociendo..y que por una razón o por otra,
son capaces de producirles
a algunos de nuestros íntimos recuerdos,
toda una serie de cosas…desde aligeramientos ,
porque empiezan a caérseles algunos detalles…
..hasta puntos suspensivos que no se sabe cómo es que siguen..
..llegando hasta tachaduras, lagunas y espacios en blanco..
que hay que ser adivino o juntar paciencia
y empezar a prestarle atención a esta huella o aquel otro
indicio para poder completarlos y saber cómo siguen…
Muchas de estas cosas que les digo ,
pueden llegar a colocarnos
en la incómoda situación del olvido o la desmemoria…
…o en esas curiosas circunstancias,
por las que estoy seguro,
que muchos hemos atravesado..
..de sentir que lo tenemos al nombre …” en la punta
de la lengua “…y sin embargo ,
algo que no sabemos,
hace fuerza para que no podamos decirlo ni invocarlo.
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