Escrito por Eduardo M Romano el 12 marzo, 2014
Si andamos por la vida, tratando a las palabras
como si fueran objetos estáticos e inflexibles,
no sólo van a presentársenos ocasiones
en las que no vamos a poder entender ni dar cuenta
de nada de lo que nos estén hablando..sino que además
lo más seguro es que nos expongamos ,
en más de una oportunidad,
a la inercia, la decepción y al desencanto.
Porque las palabras que decimos
no son objetos rígidos ni estáticos…tampoco carteles
inmóviles que alcanza con echarles un vistazo
para entender todos idéntico y lo mismo.
Las palabras, en cada ocasión en las que las decimos,
escuchanos o escribimos, están todas
llenas de implicancias , osiclaciones , ecos y reververancias,
que son bien íntimas y de cada uno.
Por ejemplo deseos, fantasías , peculiares estados de ánimo..
..cierta sensibilidad hacia esto o aquello otro…
Créanme que no conozco palabra que se la pueda enunciar
absolutamente pulcra ni transparente….
..quiero decir, que no esté coloreada por propio,
ni que se encuentre desprovista de esa melodía y ese gusto,
que al decirla o escucharla,
se lo ponemos nosotros…y nadie podria hacerlo así de igualito,
porque son detalles ,sutilezas, levedades e intensidades,
que son entrañablemente nuestras y de ningún otro.
Todo lo que hace que sea tan propia y singular,
ésa, nuestra forma de decirlas..
..tampoco conozco a ninguna palabra genuina
que no cargue con ella ,
alguna forma de memoria y emoción…
…que la hagan vibrar,
arrastrando siempre algo nuestro…
…en algún otro.
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