Escrito por Eduardo M Romano el 21 agosto, 2014
Entre otras cosas,nuestras escenas personales,
están hechas de emociones intensas que hemos vivido,
asuntos que de un modo o de otro
supieron cómo involucrarnos y pensamientos que nos
rondan y tienen idioma y sello propios.
A estas escenas nuestras, les gusta mucho
eso de andar sueltas,
probando por este lugar y enseguida nomás,
por ese otro.
No vayan a pensar que se trata de totalidades compactas,
homogéneas, autosuficientes ni completas.
No quiero desilusionarlos,pero hasta donde alcanzo
a captarlas,me parece que son de lo más desprolijas
y que se van haciendo como pueden y sobre la misma marcha,
como si fueran un curioso rejunte de cosas sueltas.
Porque están hechas de fragmentos.
Les encantan las sorpresas,los estremecimientos, los puntos
suspensivos. Y no pueden resistir la tentación de apasionarse
con los borde y las líneas de fuga que puedan
llegar a encontrar por su camino.
Seguro porque sospechan,
que ellos tienen la magia necesaria
para llevarlas bien lejos.
Salteando lo que siempre poner cara de complicado y engorroso.
Esquivando lo inflexible.
Muy cerquita de lo imposible.
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