Escrito por Eduardo M Romano el 23 agosto, 2014
No es bueno eso de meterse para adentro,
con la pretensión de hacer una especie de introspección
que prescinde por completo de los otros.
Porque tratar de conocerse a uno, supone siempre de algún modo
a mucha otra gente.
Tanto la cercana, la que uno tiene enfrente,como la distante.Incluso
esa que uno nunca ha visto, pero la conoce por referencia o simplemente de oídas.
No existe eso de andar conociéndose
a uno mismo, aislado del resto del mundo, y renegando
de los vínculos.
El saber genuino acerca de lo propio,
siempre convoca, tengamos o no conciencia de ello,
a muchos otros…los actuales , los de hoy en día y también
quienes ya no están,pero que tanto tuvieron
que ver con la propia historia identitaria y sentimental de cada uno.
Como que nos hacen estar atentos
a esas actitudes refractarias hacia lo que no cumpla
la función de espejo propio…
..o no tenga cara de idéntico o muy parecido a lo de uno…
Posturas de vuelo corto,
que tienen destino de encerrona y callejón sin salida.
Unas que se llevan muy bien
con los cortantes “ a mí que me importa “…y los muy rápidos “ ni idea “….
..siempre desbordantes de compromiso y tan llenos de empatía.
Deja una respuesta