Escrito por Eduardo M Romano el 24 junio, 2014
Los motivos los conocía.Y en cuanto a preguntarse
por qué precisamente
en ese momentoy no en cualquier otro,
la innecesaria pregunta le sonaba vana e irrelevante.
Pero lo que no podía negar
era que allí ante él,
y dándose a ver desde cualquier ángulo
se le había planteado el interrogante…
con cierto aire de inquietud
y no del todo desprovista
de un sentimiento incómodo.
¿Dónde podría estar ella,
en este preciso momento,
que era el concreto,
el que le interesaba y más
le importaba
y no ningún otro…Y si todo eso que llegó
a importarle tanto…hubiera sido distinto
o se hubiera dado con ciertas variantes
en sus contenidos o en sus formas…
Él se daba perfecta cuenta,
que eran todas preguntas vanas,
cercanas de lo irrelevante y de lo absurdo.
Y que se tenía la mala idea de decirlas en voz alta,
lo más seguro era que iba a asomarse al ridículo.
Por eso tenía el cuidado de dejarlas adentro….
..pero de ningún modo podía ponerles freno ni dejar de
hacérselas…Dónde estaría ella , en este momento,
si la Precaución no se le huibera anudado tan firme,
a vaya a saber qué variante de la angustia….que hizo claudicarlo
al Empuje ,
y volverlo casi irreconocible al Deseo,
de tan cauteloso , manso y tranquilo.
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