Escrito por Eduardo M Romano el 21 marzo, 2014
Finalmente llegó ese día,que tantos le habían
anunciado. Porque todos, excepto él,parecían darse
cuenta que la cosa no daba para más y que había llegado
a esa frontera que apenas se soporta ubicada entre la inercia
y la monotonía.
ya no tenía sentido empecinarse en lo mismo.
Eran personas razonables y los dos parecían entenderlo.
Pero en él parecían estar despertándose otra serie de cosas,
que venían de mucho más lejos…y que no concernían a la relación
específica del entredós y la pareja, sino a su propio frente interno.
Porque esta vez, sí, él iba a tener
que afrontar un corte y un distanciamiento.
Cosa que sabemos que fácil no es para ninguno de nosotros.
Pero en su caso era seguro que por más que uno
buscara , no iba a poder encontrar ninguna experiencia
en la historia de esa vida en apariencia tan apacible
y tranquila…que lo hubieran preparado, aunque fuera
sólo un poco, para algo parecido .
Porque una mezcla de sentimientos inquietos, amagos de tristeza
y posicionamientos inseguros…no hacían otra cosa que terminar
empujándolo, mucho más para el lado del alineamiento instantáneo,la complacencia por temor a ofender al otro ,
y una práctica de lo más intensa
en eso de ir cediendo cada vez más terreno,
hasta no saber en qué lugar se había quedado lo suyo y lo propio
y por dónde empezaba lo del otro.
Es que nada en su propia historia ,
parecía haberlo preparado para tomar distancia
y hacer esa clase de cortes, que en ciertos momentos
de la vida,
se nos van imponiendo poco menos que ineludibles.
Bueno….él decía que eso que todo el mundo
parecía decirlo tan fácil y asegurar que era sencillo
llevarlo adelante…en lo que a él le concernía…
…directamente no tenía la menor idea por dónde
empezar…qué cosa podía ayudarlo si la traía a la memoria..
ni dónde estaba el Sur y en qué lugar el Norte,
en el momento que se suponía que tenían que decidirse las cosas,
y que era casualmente ése en el que se sentía abrumado
en cada costado…Entonces a pesar de que la Razón le
dijera todo lo contrario,
a él no le faltaban ganas de salir corriendo
…para aferrarse otra vez y de nuevo a lo mismo de antes..
..con esa fuerza tan curiosa
que saben darnos cuando actúan juntas,
la inquietud que no sabemos qué quiere ni cómo manjejarla..
…y ese temor tan incieto,
por lo que pueda venir más tarde.
tal cual se vuelve asi..vas y venis siempre con el temor al cambio a la soledad que no hace mas que pegarnos aun cuando estas acompañado..el miedo a asumir esa soledad que siempre esta ahi ..
es como pararte frente al mar y el propio temor a adentrarte te hace quedarte en tierra firme aunque tu alma a cada instante te impulse adentrarte a esa inmensidad desconocida.
es ahi cuando te das cuenta que no sos mas que prisionero de ti mismo y de tus temores..