Escrito por Eduardo M Romano el 11 diciembre, 2013
De un modo o de otro, es algo de lo mas comun que
quien mas o quien menos,
le dediquemos mucho tiempo en andar trasnsformando
en algo familiar y conocido,
un hecho o alguna cosa
que nos es del todo extravagante,misteriosa y extraña.
Quiero decir, que pasda la primera sorpresa, y si es que podemos
reponernos,
lo más común es que uno trate de asimilar esto que no conoce
ni ha visto
a alguna cosa que ya tiene vista, oída, imaginada o sabida.
Entonces le echamos mano a algún fragmento de cierta
experiencia pasada , una memoria que nos resulte familiar
o alguna vivencia que la tengamos por conocida ,ya sea que
la ubiquemos cercana o remota en el tiempo.
Es una de las formas que tenemos de ubicarnos a nosotros mismos
ante lo Extraño.
Entonces nos concentramos en recomponer ciertos anclajes
y referencias.
Cosa de atenuar aunque más no sea un poco el primer impacto,
y no quedar boyando como en el aire.
Créanme que de fácil no tiene nada esto de andar
sustituyendo eso que nunca se lo ha visto ni oído,
por algo ,
que de algún modo se lo sabe
y puede uno darlo en algún lugar por conocido.
Lo cierto es que en principio, no sabemos qué cosa hacer ,
ni tenemos la más remota idea acerca de cómo actuar con esa persona que nos resulta tan diferente
o ese hecho que no hace más que desorientar nuestras referencias
y sentidos más habituales.
Entonces uno puede abrirse camino a lo nuevo para que vaya nomás
apareciendo, tratando de apartar lo más que pueda a la discriminación y al prejuicio, que casi siempre van juntos haciendo
mala yunta.
No quiero desilusionarlos, pero esto es lo que menos pasa
en la vida de todos los días.
Más común es el hecho de caer en una especie de miedo pánico,
o bien hacer como que no está pasando nada nuevo enfrente de uno.
O encarar por el lado de la Palabra, apurando alguna narrativa,
o echándole mano a ciertas metáforas que pueden resultar oportunas.
Así pueden aparecer unos lindos juegos retóricos cuya función
principal es ocultar a las cosas, o en todo caso hacerlas más ambiguas y confusas…Por ejemplo, cambiándole los tiempos a ciertos verbos,
buscando sinónimos que no existen a sustantivos que nos
resultan incómodos…
De modo que lo nuevo y por ahora inabordable,
lo que es estar, sigue estando.
Pero al menos nos quedamos un poquito más tranquilos,
achicando lo extraño que inquieta
y ganando algo de tiempo.
No es nada fácil,
saltar por encima de la aprehensión y el prejuicio,
para mirarlo de otra forma a lo distinto.
Deja una respuesta