Escrito por Eduardo M Romano el 24 diciembre, 2013
Titubeantes y ajenos a todo indicio de proporción
y de medida.
Los ecos y oscilaciones que provocan en nosotros,
en muchas ocaciones,
tienen más que ver con las imágenes
que con las personas o las cosas mismas.
Tal vez esto que les digo ocurra,
porque los símiles y las copias,
tienen sobrada destreza para hacer lo suyo,
desplegar sus remolinos y volteretas,
sin dejar ni por un segundo
de sustituirse,
vertiginosas,
unas a otras….como si tal cosa.
Es posible que estos símiles , copias y simulacros,
empiecen de a poquito…para ir ganando cada vez terreno
por afuera y por adentro. Cosa que los vayamos
confiando cada vez más en ellos y en todas
y cada una de sus promesas de completud y de eficacia.
Entonces, con el tiempo , hastas puede que empiecen
a darse aires como si todo lo suyo
fuera poco menos que impostergable e imprescindible.
Sin que nos demos mucha cuenta,
los vamos internalizando.
Entonces ese particular apuro y aceleración
con el que los objetos y dispositivos interactivos
están programados para encarar el cálculo de las cosas…
…comienza de lo más incontenible y seguro de sí mismo,
a formar parte cada día que pasa,
más imprescindible de lo nuestro.
Y créanme que en el caso improbable
de que nos demos cuenta
o que nos resulta posible tomar
cierta tenue conciencia de ello…
debo decirles que ya es un poco tarde para lamentos…
Y revertir la situación, no digo que no se pueda,
pero es de lo más duro y dificil que conozco.
Porque lo más seguro es que andemos a las apuradas,
mientras tal vez nos demos un poco de cuenta…
…corriendo sin saber mucho por qué…
de un lado para el otro…
…porque sea lo que fuere,
nuestro apuro es siempre mucho,
y escaso y poco el tiempo interno
que nos empuja, arrastra o nos pasa nomás por arriba.
Porque todo eso que nos fascina tanto,
así nomás ya no va a soltarnos.
Y no va a dejar,
ni por un instante
de atraparnos el oído
y convocarnos instantánea
a la mirada.
Así van produciendo pequeñas grietas
y fracturas dentro de uno.
Que al principio, puede ser que ni se las note..
pero que resultan implacables en eso de ir
produciendo,
los inexplicables desapegos, los inquietantes vacíos
y esos sutiles extrañamientos
que más temprano o tal vez un poquito más tarde,
pero no mucho…
…en el trato con los demás,
y adentro nuestro.
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