Escrito por Eduardo M Romano el 17 enero, 2014
Se la pasaba diciendo, a quien tuviera ganas y tiempo
de escucharlo,
que eran muchas las ocasiones en las que sentía que
no estaba plantado bien firme en los asuntos del amor
ni en los otros, más sencillos y genéricos del día a día.
No sólo tenía la sensación
que su andar no consistía en dar pasos firmes,
sino en unos indóciles vaivenes
que lo iban llevando a su antojo,
de un lado para el otro.
Había ocasiones en las que hasta sentía
que los recuerdos más entrañables,
lo habían abandonado.
Entonces no se trataba que se sentía solo
y nada más que eso.Lo suyo era más complicado.
Porque se le había instalado
un quiebre con determinados pormenores
de su historia
y con muchos detalles entrañables de los deseos y
anhelos propios.
De modo que los asuntos cotidianos,
que cada quien
los va encarando ,en forma inadvertida
y casi sin darse cuenta,
le costaba gran esfuerzo abordarlos….El encuentro casual con esa
clase de asuntos, a los que uno , en general sabe que no
vale la pena darles mayor importancia,
para él podía volverse algo trágico.
Lo que trato de decirles,
es que la mayor parte de esas cosas
sencillas y pequeñas,
que tienen mucho que ver
con el sentimiento de continuidad
de uno mismo y de las cosas entrañables que llevamos dentro…
…y esa postura bastante segura en lo que
hace a los asuntos que más le conciernen
y lo involucran a uno…
…en ese momento, en él no se estaban dando para nada..
y ya no tenía idea
por dónde empezar a buscarlos.
Es que rotas las amarras
con ciertos asuntos íntimos
y con algunos fragmentos de la propia historia..
…se van haciendo mucho más opacos y ambiguos,
muchos ejes capaces de moverlo a uno en el día a día…
..Créanme que todo se complica….al punto que lo anodino,
simple y sencillo puede empezar a ser vivido
como el preanuncio de nada bueno..
…y el anticipo casi seguro ,
de vaya a saber uno
qué cosa inquietante y extraña.
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