Escrito por Eduardo M Romano el 21 febrero, 2017
No se cansaba de repetir
a los cuatro vientos,
que los hechos,
como resultaba obvio para todo el mundo,
eran siempre algo unívoco y de lo más concreto.
Y que por lo tanto,era innecesario repetir
que decían y significaban
el mismo asunto
para todo el mundo.
Y no había más vuelta que darle.
Claro que descuidaba varios asuntos.
Por ejemplo, que a eso que parecía tan uniforme y macizo,
le correspondía, además de lo que parecía obvio,
todo un abanico de relieves, matices, agregados,
sobre entendidos ,silenciamientos,
tachaduras y nada inocentes espacios en blanco.
Que cada quien iba componiendo, entre otras cosas,
de acuerdo a su modo de ser, su talante,
sus apegos y fijaciones insabidas,
esa forma particular de pararse en el presente
y el modo singular de imaginarse
lo que podía venir un poco más adelante.
Que es como tomar en cuenta
las complicadas dinámicas e interjuegos
entre el Inconsciente y la Conciencia.
«…Como en cualquier otra cosa hay líneas de articulación
o de segmentareidad, estratos,territorialidades,
pero también líneas de fuga…las velocidades…
generan fenómenos de retraso relativo, de viscosidad,
o al contrario, de precipitación y de ruptura…»
(G.Deleuze y F.Guattari , «Rizoma»)
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