Escrito por Eduardo M Romano el 17 diciembre, 2024
Parecía que entablaba un diálogo
con quien ocasionalmente
tenía por delante.
Pero no era así.
Sólo parecía que prestaba atención y escucha
a las frases del otro.
Lo suyo era más bien una especie de catarsis.
Hablar tenía el curioso propósito
de sacarse de encima
aquello que en ese momento lo perturbaba.
El otro,poco y nada importaba.
Porque su habla,
continua e ininterrumpida,
se aseguraba de que no hubiera
el mínimo espacio
para la conjetura, la réplica
o el simple bocadillo del otro.
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