Escrito por Eduardo M Romano el 23 agosto, 2020
Son muchas las ocasiones
en las que sentimos
que junto a un ahora fresco e indiscutible,
por unos instantes,
se nos impone, que en cierto fragmento
indefinible,
pertenece a otro tiempo.
Un tiempo de antes,
que se las ingenia
para insinuarse en lo nuevo.
Como si se nos fuera dibujando,
una curiosa secuencia.
Una en la que un antes es también un ahora.
Y un punto de partida
al mismo tiempo
es inicio y arribo.
Efímero, fugaz.
Imposible de capturar ni definir
en detalle ni con palabras justas.
Nos toca ligero,
para abandonarnos enseguida.
Como si Pasado y Presente,
por un momento tan breve como inefable,
hubieran pactado,
uno con el otro,
y según sus modos,
volverse
puntual ocurrencia.
Un ahora único y furioso
en el que , sin embargo,
ya sea por una ligera vacilación de superficie,
una insinuación de alguna clase,
o el acento peculiar, que adquiere una palabra dicha
al descuido…
Es como si
arrastra consigo
la presencia de un antes.
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