Escrito por Eduardo M Romano el 5 septiembre, 2015
Decía que “la quería”,
pero se cuidaba muy bien
de guardarse para adentro,
la segunda parte : “siempre y cuando
pudiera tenerla bajo control”.
Desde las formas más sutiles
hasta otras que no tanto.
A partir de ahí,
no dejaba de proclamárselo a ella
y a todo el mundo.
Como si sus sentimientos estuvieran
llenos de brillo y fueran
una colección de incontables virtudes.
Llegaba un punto en que cansaba
el sólo hecho de escuchar
las superficies y los relieves
de su amor en abstracto.
Hecho de frases que decían una cosa
para esconder otra
que era muy distinta.
De todo ese palabrerío,
por suerte,
ella ya se había empezado , de a poco,
a dar cuenta.
Y casi como por arte de magia,
aunque obviamente no se trataba de eso,
sino de ciertas tomas de conciencia…
…un día como cualquier otro,
sus palabras
de pronto habían perdido…
… el poder de cautivar
y envolverla.
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