Escrito por Eduardo M Romano el 9 enero, 2014
Era una persona que andaba por la vida
cuidando todo el tiempo , el hecho de que la
distancia entre él y toda la otra gente,
incluyendo a los que se suponía , debían ser los más
íntimos o cercanos,
fuera siempre , la que él pensaba que era la más correcta,
y sobre todas las cosas,
que fuera el intervalo espacial que él precisaba mantener
en cuanto al contacto.
Es decir, para nada cercano , pero tampoco
aislado por completo.
Él se sentía mucho más cómodo y a gusto,
dentro de una geografía tirando a lo distante.
Ni tan cerca que pudiera rozarla la piel alguno…
Pero tampoco tan alejado que uno lo tuviera
fuera del alcance de la vista.
Esta persona era de lo más estricta y exigente
consigo misma , y se había convertido
en un verdadero artista en esto de marcar
y sostener las distancias emotivas y sociales con los otros.
Lo suyo no era capricho.
Ocurría que así se sentía seguro de la seguridad que no tenía
y que en forma tan engañosa,
creía que era buen temple y firmeza de ánimo.
En el fondo no era otra cosa que pura inseguridad
a la cercanía genuina con los otros.
De modo que le resultaba de lo más urgente,
en cualquier lugar que estuviera,
subrayar en forma exagerada,
lo individual y lo propio…
…Incluso en aquellos contextos y circunstancias en
las que no había ninguna necesidad de ello ,
y sin esperar la pregunta de nadie.
Era algo así como su forma de dar a entender
y dejar bien clarito,
todo lo ajeno
que a él le resultaba
cualquier cosa o asunto, que pudiera venir de algún otro.
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