Cada quien , a lo largo del tiempo,

va adquiriendo , en función de su devenir , su forma de ser

y sus vínculos, ciertas inclinaciones

y disposiciones específicas,

en todo lo que concierne a su vida amorosa.

Así uno va construyendo una clase de escenas (y no otras),

que poseen intensidades , texturas, modulaciones

y hasta colores de muy distinto tipo.

Que apuntan ,caprichosas,para un lado particular

y no hacia otro cualquiera.

En ellas, me refiero a las escenas,

habrá toda una serie de personajes entrañables

y otros que no tanto,

que van a alternar su protagonismo…

..según convengan al caso

y a la circunstancia del momento.

De este modo, en cada uno de nosotros,

van a ir adquiriendo  relieve y a empezar a notarse,

ciertas líneas de fuerza, marcadas por esta pulsión

que logro predominio.

Que esta anudada

a ese meta y ese destino,

al que se quedo como si fuera para siempre,fijada.

Pero en general, nada más que una parte

de los impulsos y empujes

que conforman la compleja vida amorosa,

puede recorrer por completo su camino.

Cierto fragmento se demora más de la cuenta,

mientras que a otro se le corta abruptamente el paso,

y solo le es permitido llegar

como ensueño, ilusión o fantasía a la conciencia.

Acerca de otros, seguramente no se sabe nada de nada.

Nuestra vida amorosa,

nunca va enterita ni termina por cerrar del todo ni por completo.

Más bien es una especie de lindo rejunte

hecho de avances

, atracciones, empujes para adelante

y  unos retrocesos que ni les cuento.

…» Esto da por resultado, digamos así,un «clise» (o también varios)

que se repite (es reimpreso) de manera regular en la trayectoria

de la vida, en la medida

que lo consientan las circunstancias externas y la naturaleza

de los objetos de amor asequibles, aunque no se mantiene del todo inmutable

frente a impresiones recientes.»

(S. Freud «Sobre la Dinámica de la Transferencia» O. C.)