Escrito por Eduardo M Romano el 12 octubre, 2016
Estamos ya acostumbrados,
a equiparar los procesos psíquicos con la Conciencia.
El sentido común no hace sino apoyarlo a cada rato.
Los modos y las formas , pueden ser explicitos o implícitos,
más o menos crudos o sofisticados.
La vida cotidiana y ciertos reciclados enfoques ,
lo dicen,lo dan a entender. A veces ni lo mencionan
cuando nos abruman con sus tips y fórmulas generales
para vivir mejor y más felices.
La conciencia siempre había ocupado un lugar central
en el quehacer, el discurso, y en los abordajes de lo anímico.
Su eje , fueron siempre, los contenidos de conciencia.
Hasta Freud, era poco menos que inadmisible y aún absurdo
contradecir a esta (hasta allí)
sólida equivalencia.
…» Y no obstante, (el Psicoanálisis) no puede menos
que plantear esa contradicción…Su definición de lo anímico
dice que consiste en procesos del tipo del sentir, el pensar,
el querer; y se ve obligado
a sostener que hay un pensar inconsciente,
hay un querer inconsciente…»
(S.Freud. Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. O.C.)
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